Proponíamos para el sábado 1 de junio un día de práctica intensiva de Mindfulness para abrir un paréntesis en la agitada vida. Poder disfrutar de un marco que condujera a cada uno nosotr@s a un estado de serenidad en el que poder disfrutar del “no hacer” y sí del “ser”.

Os comparto algunos comentarios que se repitieron entre los participantes tras experimentar este día.

“Al principio me costó asentar la mente. Como la hora de comienzo era a las 12.30, había tenido tiempo de aprovechar a hacer cosas, incluso de trabajar antes de ir. Yo venía ya con temas bien anclados y fue difícil soltar al comienzo. Pero si, poco a poco, fui entrando en conexión conmigo mismo, observando lo que había en mi mente con amabilidad, tomando distancia y aquello que me apresaba fue diluyéndose”

No se pretende crear unas circunstancias previas “idílicas”, sino comenzar este día con los presupuestos de un día “normal” en el que seguramente ya haya aparecido el estrés, los pensamientos recurrentes, las preocupaciones…y es ahí, en ese día a día con todo lo que conlleva, donde la práctica nos muestra que podemos gestionarlo.

“El entorno fue maravilloso. El silencio que ofrecía la casa, el clima de recogimiento, y a la vez, el contacto con la naturaleza… fue estupendo tener esos diferentes espacios para dirigir la atención plena tanto al interior de uno mismo, como a la vida que hay alrededor”

Tuvimos la suerte de tener un día de temperatura muy agradable lo que permitió disfrutar al aire libre de varias actividades. El espacioso y cuidado jardín privado de la casa nos ofreció un marco maravilloso para llevar la consciencia al milagro de la vida que aflora a nuestro alrededor con una belleza que pasa inadvertida muchas veces debido a nuestro constante estado de hacer y preocupación.

“La comida consciente ha sido una experiencia muy diferente a la habitual”

Antes de comer dimos comienzo haciendo un acto de reflexión de todo lo que supone tener la comida en el plato…el esfuerzo personal y el de todos aquellos que han permitido en la larga cadena que el alimento llegue hasta nosotros, el milagro de la creación de todo aquello que nos va a alimentar. Y conscientes de todo lo que contiene nuestro plato se inicia una comida con plena atención que permite gozar de detalles a través de los sentidos que muchas veces resultan ser un descubrimiento… colores, olores, texturas, sabores, sonidos…

“Ha sido un día de alivio y descanso para mi mente. De conexión, de felicidad”

El entrenamiento de conducir la atención a la experiencia supone un verdadero descanso para la mente. La experiencia es el antídoto del estado de la mente que rumia, que divaga, que está llena de pensamientos que no hemos elegido y que habitan en ella como si fueran “ruido”.

La experiencia es, valga la redundancia, experimentar el instante presente, es vivir el momento, no dejarlo pasar. Estar mentalmente en lo que acontece en este preciso instante. Y eso solamente se logra a través del cuerpo, de los sentidos con la atención puesta en todo lo que el cuerpo percibe.

Ha sido un verdadero placer compartir esta experiencia. El grupo suma, y este grupo habéis sumado mucho.

Muchas gracias Antonio, Araceli, Espe, Gala, Marta, Mikel, Natalia, Nuria, Óscar, Pilar, Polly y Silvia. Angelines y Elisa, os echamos mucho de menos pero estuvisteis presentes entre nosotr@s.

Con todo mi afecto,

Mercedes Rubio

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