Recuerdo las palabras de un maestro que yo aprecio profundamente y de quien tuve la suerte de recibir su enseñanza, Vicente Simón. Era algo así como «ámate a ti mismo como eres capaz de amar a alguien muy querido».
Ello me ha hecho reflexionar muchas veces.
Y el otro día, leyendo unas palabras de Thich Nhat Hanh, las relacioné con las palabras de Vicente Simón y con una de las prácticas formales de Mindfulness en la que se invita a observar una situación desagradable en las que nos veamos inmersos, manteniendo la atención en ella para poder “escuchar” a los pensamientos, emociones y sensaciones corporales.
En Tu dolor es mi dolor de Thich Nhat Hanh, vi cómo podemos utilizar al “Tú”, al “Otro” como si fuera “Yo”, para que, a través de verme como si fuera otro, tener la oportunidad de escucharme, de quererme, de abrigarme y de entenderme. Tal y como decía Vicente Simón.
Observándome a mí como si Yo fuera Tú
Cuando oigo tus gritos, si agudizo mi escucha, siento el susurro de tu sufrimiento. Te miro profundamente y comprendo que me resulta más fácil ver tu rabia, que no la mía.
Aceptando tu malestar, me acerco a ti, y me ayuda a comprender que los dos estamos ahí (…), puedo notar el malestar que corre por nuestro interior. (…) Reconozco que algo no anda bien.
Puede dar pereza o miedo, pero habrá que ocuparse de ello.
Si entierras tu conflicto entre banalidades, posturas y discursos, un castigo se cierne sobre nosotros. Es el castigo de la incomprensión. Dolor sin nombre. (…) Sufrimiento gratuito.
(…) Si me hablas pero no te escucho, te estaré castigando con el duro reto de la indiferencia.
Si yo te hablo de lo que no sientes, estaré traicionando nuestros corazones.
Si yo te hablo descontroladamente, te distraeré la razón, pero nunca el sentimiento.
Afrontar una dificultad no es tarea fácil, mil dudas y temores nos sobrecogen. Abrir nuestro corazón y buscar la comunicación sincera entre “Tú” y yo es el camino de la práctica de la Plena conciencia, es la práctica de Mindfulness