¿Te sientes como en una tela de araña, lo que te rodea no te deja moverte, siempre cosas pendientes, resuelves una y aparecen tres… siempre alguien a quien le debes llamada, cien “estribillos” que vas posponiendo pero que ahí están, quitándote la paz, o más, poniéndote en jaque constantemente?

¡Qué agobiante! Y te permites momentos de “apago y me olvido de todo”, viendo la televisión, perdiéndote en las redes o mirando las tiendas por internet, en un intento de vaciar la mente de realidad y descansar un poco.

Vamos llenando y llenando la vida sin darnos cuenta, como aquel que con un fardo a la espalda le van echando una cosita tras otra y como va poco a poco no se da cuenta de cómo el peso va aumentando hasta que un día, de repente “¡no puedo más!”

El volumen de lo que hay en nuestra vida puede llegar a un punto difícil de gestionar

Actividades, proyectos, personas, cosas que mantener con sus fechas de vencimiento, compromisos, interacciones, comunicaciones…

Para poder controlar el peso de ese fardo, hay dos niveles:

  • El de no coger: saber decir no antes de que se instale en tu vida.
  • El de soltar: pensar en aquellas cosas que siendo viable soltarlas, puedes quitar de tu vida porque no puedes abarcarlas, te quitan calidad de vida o te resultan incluso tóxicas.

Quizá pudiera parecer a primera vista una invitación a desarrollar egocentrismo. No, en absoluto.

Se trata de que no puedes aportar a los demás lo que no tienes.

No puedes transmitir paz si no la tienes, no puedes amar si no te amas, no puedes ayudar si no te ayudas. Necesitas espacio en ti y calma para poder abordar cualquier cosa que te llegue en la vida desde un punto equilibrado, desde unas emociones balanceadas y una mente lúcida y clara.

Pero eso es imposible cuando nos sentimos arrollados.

Puede que ese caos se haya proyectado (o no) en tu medio físico de hábitat.

Si fuera así, un buen ejercicio de soltar lo puedes iniciar con aquellas cosas que te rodean y te transmiten “ruido”. Empieza por un estante, por algo que es muy presente (los cajones se dejan para el final…).

Miras una cosa, ¿qué me aporta?, ¿me hace feliz verlo?, ¿ni sabía que estaba aquí ocupando este sitio?, ahora que lo veo, qué bien, pero lo voy a olvidar en un momento, me trae recuerdos tristes…

Puede que te cueste mucho soltar, que todo tenga su importancia pero… si te produce “ruido” algo sobra y es lo que te tienes que plantear.

Si estas a gusto con lo que te rodea, sea en tu habitación o en tu vida, nada que modificar, pero si te sientes asfixiado o simplemente, no a gusto, significa que necesitas menos cosas (actividades, proyectos, relaciones, compromisos…)

No es fácil.

Es necesario PARAR, hacer el silencio en ti y observar cómo te relacionas con cada cosa o aspecto de tu vida, si te aporta, en el sentido que sea, o está llenando un espacio precioso que necesita ser vaciado para que TÚ empieces a sentirte mejor.

Mindfulness te puede ayudar:

  1.  Primero, a escuchar la necesidad que hay en ti
  2.  Segundo, a desarrollar amor hacia ti mismo para permitirte el tiempo y espacio que necesitas
  3. Y tercero, a darte las herramientas necesarias para que puedas reconocer y llevar adelante los cambios que necesitas

 

Con mis mejores deseos,

Mercedes Rubio

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